Se me cayó la luna en la cabeza justo cuando miré tus ojos y tu recuerdo se asomaba en mi balcón. Por suerte, mis pelos resecos de tanto llorarte, amortiguaron la caída y se sintió agradecida de recibir mi abrazo. Redonda como tu inmadurez.
Blanca como tu indiferencia.
Seca como tus caricias.
Agrietada como tu mirada.
Grande como tu hipocresía.
Y así, sin luz, como vos.
Wow. Duro. Mucha emoción ahí me parece. Pero me gustó.
ResponderEliminar