martes, 17 de enero de 2012


Se me cayó la luna en la cabeza justo cuando miré tus ojos y tu recuerdo se asomaba en mi balcón. Por suerte, mis pelos resecos de tanto llorarte, amortiguaron la caída y se sintió agradecida de recibir mi abrazo.
Redonda como tu inmadurez.
Blanca como tu indiferencia.
Seca como tus caricias.
Agrietada como tu mirada.
Grande como tu hipocresía. 
Y así, sin luz, como vos.

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