miércoles, 18 de abril de 2012


(A)dioses
No sé porqué, pero mis zapatillas de botita siempre me recordaron las sandalias aladas de Hermes, el dios griego menor, el mensajero de los otros dioses.
Quizás porque las sandalias de Hermes debían tener talón alto, para dar lugar a sus alas, y también por mi desbocada necesidad de identificarme con lo marginal, lo secundario, lo que está lejos del poder, incluso cuando de dioses se trata
Todo se volvió mucho más simple entonces por que mis zapatillas y sus alas, que quizás en algún momento deje de imaginar y directamente se las pinte, eran el atuendo perfecto para encontrarse con un dios pagano.
Todo se volvió mucho más simple, porque después de transfigurar en música, estrellas, alcohol y risa, tomaste la forma de un hermoso cuerpo mortal, oscuro, inmenso e irresistible, como un abismo, una tormenta o un dios.
La paradoja de tan enredada se vuelve un único hilo, no se me ocurre ningún otro deseo que pedirle al genio de la lámpara cuando sus ojos negros lo envuelven todo, cuando sus manos dadivosas cubren mi cuerpo de magia.
Los deseos imposibles, almacenados durante años, durante miles de noches, se vuelven tangibles en una, porque descansar al resguardo del genio moro es también tener de mascota nocturna a un felino gigante.
Mejor aún si no hay descanso, si el dios, el genio, el tigre, ya se cansó de estar agazapado, y prefiere buscar en mi cuerpo de tigresa, de sacerdotiza su libertad. Buscador hábil, conocedor de todos los rincones de la tierra, encuentra también mi libertad que se escapa por mi piel, por mis manos, por mis uñas, por mi voz en un grito sin palabras.
Nuevos deseos aparecen, se encuentran en el aire, se acoplan y se cumplen mutuamente.
Los cuerpos son lámparas que se caldean y los genios borrachos dormirán hoy con sus casas cambiadas

1 comentario: